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En el viejo Reino de Aragón, en la provincia de Zaragoza configura una superficie triangular de más de 17.000 km2 en el noreste de la Península que debe su nombre al río Ebro, en cuyo curso medio se asienta la mayor parte del territorio. El vértice superior enfila a Europa desde los Pirineos. Al sureste, el histórico río orienta su vocación mediterranea y el ángulo suroeste se adentra en el sistema ibérico que domina el solitario gigante del Moncayo. La gran mole del Moncayo es mojón de tres reinos: Castilla, Soria a su espalda, Navarra, justo encima y Aragón a sus pies. Blanco y dormido en invierno, vivo y verde en primavera, y acogedor y sugerente en otoño y en verano. Es techo, con 2.316metros; de la cordillera ibérica. Pero su macizo emerge como aragonés, solo, rudo, y rotundo. No hay una corte de picos en el entorno que arropen su presencia o suavicen su omnipotencia. Sus cumbres alomadas son prodigio de la Naturaleza. Emerge como una isla desde los mil metros del piedemonte. La Dehesa del Moncayo es un espacio natural protegido. Primero fue sitio natural de interés Nacional y, por Real Decreto de 1.978, es Parque Natural, con 1.388 hectáreas. Se calculan 300.000 visitantes al año. Se recomienda iniciar la visita en Agramonte, para subir por carretera forestal hasta el Santuario de la Virgen del Moncayo y continuar, por una senda, hasta la cima. Según se va subiendo, encontramos coscojas, espliego, tomillo, carrascas, endrinos, jaras, brezos, roble, pino silvestre, algún pino rodeno, abedules, hayas, acebos, arándanos, enebros, sabinas y pinos negros.
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La fauna también sorprende: mirlos, picopicapinos, petirrojos, zorros, jabalies y tejones y, más arriba, corzos, azores, águilas calzadas, piquituertos, treparriscos, alondras, chobas piquigualdas, águilas reales y perdiceras, entre cientos de otros animales.
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